Seguridad vial
Páginas: 93 (23172 palabras)
Publicado: 5 de marzo de 2011
SEGUNDA PARTE
LA CULTURA DEL TERROR
4. El coqueteo con la muerte
La emergencia del narcotráfico
En su forma más perversa y explosiva vive Colombia prisionera de una articulación de mercado ilegal y violencia que se deriva de ser el epicentro mundial de la guerra contra las drogas. Desde el momento en que nuestro país empieza a desempeñar un papel protagónico en la producción y tráficode psicoactivos ilegales, se extiende dentro: de amplios sectores de la población la recurrencia de comportamientos delictivos y de actitudes proclives a la ilicitud. De manera simultánea empiezan a incrementarse las tasas de muerte violenta que habían cedido un poco desde finales de los sesenta hasta comienzos dé los setenta, mientras emergen con toda su secuela de criminalidad las mafias delnarcotráfico, primero de la marihuana y después de la cocaína y la heroína.
Aunque algunos han hablado de una falla moral en abstracto que nos haría proclives a desarrollar una «cultura mafiosa», el fenómeno de las drogas parece vinculado con un desplazamiento valorativo mucho más circunscrito y puntual: un coqueteo con lo ilegal que en un país como Colombia echó raíces en una tradicióncontrabandista favorecida por nuestra ubicación estratégica en medio de dos mares y una legitimación cultural de las prácticas antigubernamentales que se volvieron corrientes en un país acotado desde mediados del siglo XX por una violencia política y social que hace rato desbordó la capacidad de las autoridades para controlarla.
Ya para finales de los años setenta cerca de 40 mil familias colombianasderivaban sus ingresos de subsistencia del cultivo o comercialización de la marihuana65, especialmente campesinos de la Sierra Nevada de Santa Marta. Como sería usual desde entonces, se respondió al fenómeno con medidas represivas, desconociéndose que los productores primarios veían su cultivo como una salida legítima —aunque no lícita— para mejorar de manera modesta sus ingresos, pues las grandesganancias se quedaban en manos de intermediarios y comerciantes organizados en redes delictivas. Pero lo peor estaba por venir, pues a diferencia de la marihuana, cuya producción fue asimilada y tecnificada por la economía norteamericana restándosele presión a la comercialización colombiana, el negocio de la cocaína llegó para quedarse, pues la planta de coca encuentra un hábitat propicio enterrenos arrebatados a la selva húmeda tropical, de la misma manera que los cultivos de amapola encuentran un hábitat único entre los bosques de niebla que abundan en las zonas paramunas colombianas.
65. Anif, La legalización de la marihuana (prólogo de Ernesto Samper Pizano) Bogotá, Tercer Mundo, 1980, p. 20.
De las 250 variedades que existen de coca solo dos son aptas para la extracción decocaína y éstas se producen con facilidad en los países andinos, presentándose dificultades para aclimatarlas en otras latitudes. Es decir, por razones geopolíticas, el más lucrativo negocio del capitalismo contemporáneo, la más novedosa forma de acumulación de fortuna conocida por nuestro siglo, pasa por manos suramericanas. Y es en este contexto donde los colombianos ponen a jugar su ingenio,compitiendo con otras mafias internacionales por el control de los codiciados dólares.
La sensación de haber llegado tarde a la repartición de preferencias en el mercado mundial generó en sectores emergentes un marcado escepticismo frente a los éxitos que podían lograr con el trabajo laborioso y la acumulación paciente, favoreciendo la tendencia a optar por los atajos, buscando una oportunidad rápidapara acceder a un flujo generoso de capital. Pata muchos ciudadanos vinculados a la producción y el tráfico de drogas resultó difícil aceptar que estaban incurriendo en un comportamiento antisocial, pues sentían que al integrarse a las redes de la droga se adscribían a la vez a un campo de eficacia económica o cultural que generaba beneficios monetarios o simbólicos para los transgresores.
Es...
LA CULTURA DEL TERROR
4. El coqueteo con la muerte
La emergencia del narcotráfico
En su forma más perversa y explosiva vive Colombia prisionera de una articulación de mercado ilegal y violencia que se deriva de ser el epicentro mundial de la guerra contra las drogas. Desde el momento en que nuestro país empieza a desempeñar un papel protagónico en la producción y tráficode psicoactivos ilegales, se extiende dentro: de amplios sectores de la población la recurrencia de comportamientos delictivos y de actitudes proclives a la ilicitud. De manera simultánea empiezan a incrementarse las tasas de muerte violenta que habían cedido un poco desde finales de los sesenta hasta comienzos dé los setenta, mientras emergen con toda su secuela de criminalidad las mafias delnarcotráfico, primero de la marihuana y después de la cocaína y la heroína.
Aunque algunos han hablado de una falla moral en abstracto que nos haría proclives a desarrollar una «cultura mafiosa», el fenómeno de las drogas parece vinculado con un desplazamiento valorativo mucho más circunscrito y puntual: un coqueteo con lo ilegal que en un país como Colombia echó raíces en una tradicióncontrabandista favorecida por nuestra ubicación estratégica en medio de dos mares y una legitimación cultural de las prácticas antigubernamentales que se volvieron corrientes en un país acotado desde mediados del siglo XX por una violencia política y social que hace rato desbordó la capacidad de las autoridades para controlarla.
Ya para finales de los años setenta cerca de 40 mil familias colombianasderivaban sus ingresos de subsistencia del cultivo o comercialización de la marihuana65, especialmente campesinos de la Sierra Nevada de Santa Marta. Como sería usual desde entonces, se respondió al fenómeno con medidas represivas, desconociéndose que los productores primarios veían su cultivo como una salida legítima —aunque no lícita— para mejorar de manera modesta sus ingresos, pues las grandesganancias se quedaban en manos de intermediarios y comerciantes organizados en redes delictivas. Pero lo peor estaba por venir, pues a diferencia de la marihuana, cuya producción fue asimilada y tecnificada por la economía norteamericana restándosele presión a la comercialización colombiana, el negocio de la cocaína llegó para quedarse, pues la planta de coca encuentra un hábitat propicio enterrenos arrebatados a la selva húmeda tropical, de la misma manera que los cultivos de amapola encuentran un hábitat único entre los bosques de niebla que abundan en las zonas paramunas colombianas.
65. Anif, La legalización de la marihuana (prólogo de Ernesto Samper Pizano) Bogotá, Tercer Mundo, 1980, p. 20.
De las 250 variedades que existen de coca solo dos son aptas para la extracción decocaína y éstas se producen con facilidad en los países andinos, presentándose dificultades para aclimatarlas en otras latitudes. Es decir, por razones geopolíticas, el más lucrativo negocio del capitalismo contemporáneo, la más novedosa forma de acumulación de fortuna conocida por nuestro siglo, pasa por manos suramericanas. Y es en este contexto donde los colombianos ponen a jugar su ingenio,compitiendo con otras mafias internacionales por el control de los codiciados dólares.
La sensación de haber llegado tarde a la repartición de preferencias en el mercado mundial generó en sectores emergentes un marcado escepticismo frente a los éxitos que podían lograr con el trabajo laborioso y la acumulación paciente, favoreciendo la tendencia a optar por los atajos, buscando una oportunidad rápidapara acceder a un flujo generoso de capital. Pata muchos ciudadanos vinculados a la producción y el tráfico de drogas resultó difícil aceptar que estaban incurriendo en un comportamiento antisocial, pues sentían que al integrarse a las redes de la droga se adscribían a la vez a un campo de eficacia económica o cultural que generaba beneficios monetarios o simbólicos para los transgresores.
Es...
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