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Conchi se interrumpe para pensarlo.
Conchi (inspirada) – ¿Las carreteras…? Siempre están en obras. (Enseñando por la ventana) Mira...
Manolo la mira, impresionado, cuenta las letras con sus dedos, y vuelve a su crucigrama. Pero en seguida se desilusiona.
Manolo – ¡Mierda! Empieza con una A...
Entra Carlos, con su cartera en la mano, yperdido en sus pensamientos.
Carlos – Hola. (Se aproxima a la barra) Un café solo...
Manolo le sirve su café, y toma una botella de la estantería.
Manolo – ¿Un poco de coñac, para celebrarlo?
Carlos (sorprendido) – ¿Celebrar qué?
Manolo – Pues... el café.
Carlos – Gracias, no... Doy una clase dentro de un cuarto de hora...
Tentador, la botella en la mano.
Manolo – Vamos... ¡No te van a hacersoplar!
Carlos – Bueno...
Manolo le sirve una copa de coñac, y aprovecha la ocasión para servirse una copa también.
Manolo – Vamos, para brindar con el...
Carlos echa un vistazo a El País, que saca de su cartera.
Manolo se toma su copa de un trago.
Manolo (apreciativo) – Ah...
Su sonrisa de satisfacción desaparece en seguida.
Manolo – Este coñac está aguado, ¿no?
Carlos prueba su copa ypone mala cara de lo fuerte que es.
Carlos – Es que no se acuerda del sabor del agua..
Manolo mira el nivel en la botella.
Manolo – ¡Qué raro! Ayer estaba casi llena...
Coge un bolígrafo y traza una línea para marcar el nivel en la botella antes de ponerla de nuevo en la estantería.
Conchi acaba de barrer, y se va a la cocina.
Carlos esta tomando su copa cuando se ahoga viendo llegar aSilvia, de negro, y su hija Leticia. Carlos y Leticia se echan una mirada de sorpresa. Silvia no se percata. Carlos intenta esconderse detrás de su periódico, mientras Leticia y su madre van a sentarse.
Silvia (examinando la sala) – ¿Qué sucio, no?
Leticia – Es popular...
Silvia – Lo que digo: es sucio... Por suerte, no hay nadie... Enfrente del cementerio...
Silvia echa un vistazo hacia el dueño,que se aproxima para saber lo que desean.
Silvia – (de manera que Manolo no entienda) ¿Has visto lo borracho que está tan temprano?
Manolo – Buenos días... ¿Qué desean?
Silvia – Un té con... (Con asco) Un té... Sin nada.
Leticia – Un granizado de limón.
El dueño se va. Silvia observa los carteles de fútbol.
Silvia – El fútbol, lo verán en la tele, tomando sus cervezas... Por no haber, nisiquiera hay un futbolín aquí dentro...
Leticia saca un paquete de cigarrillos y está por encender uno.
Silvia (con sorpresa) – ¿Fumas?
Leticia – Sí... Hace cinco años. ¿No lo habías notado?
Silvia – Leí en una revista, el otro día en la peluquería, que cada cigarrillo te quita diez minutos de vida. (Después de un momento) ¿Cuántos cigarrillos fumas tú?
Leticia – Según lo que he calculado,tendría que haber muerto hace seis meses ya. No lo entiendo.
Manolo lleva las bebidas.
Silvia (con un suspiro) – Así que, al final, no era una apendicitis...
Leticia – ¡Una apendicitis! ¡Con más de setenta y cinco años! ¡Confundir una cirrosis con una enfermedad infantil! No era el campeón del diagnóstico el medico ése...
Silvia – ¡Si era un residente! Están tan mal pagados... Bueno, de todasformas, era incurable... (Después de un momento) No me puedo creer que tu abuelo ya no esté.
Leticia – Antes de ser mi abuelo, era tu padre, ¿verdad...?
Silvia – Siempre tuve problemas para entenderme con él...
Leticia – Pues ahora ya no lo vas a arreglar...
Silvia – Una amiga mía hizo psicoanálisis durante quince años para intentar volver a hablar con su padre. ¡Quince años! ¡Fíjate!
Leticia –...
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