Una historia de pena de muerte
José Medellín, de 33 años de edad, nacional mexicano, fue pronunciado muerto hace sólo unas horas. Se cumplió así la voluntad de los tribunales y del gobierno de Texas deejecutar a este hombre, en desacato de una orden de la Corte Internacional de Justicia de La Haya y del propio presidente George W. Bush, que había pedido a su estado natal que cumpliera con el fallode La Haya, emitido en 2004.La Corte Suprema se pronunció en marzo de este año sobre el caso. Dijo que Bush se había excedido en el ejercicio de su autoridad. Y silencio.
Medellín fue condenado amuerte por la violación y el horrible asesinato de Elizabeth Peña, de 14 años de edad, en junio de 1993. Peña y su compañera de estudios, Jennifer Ertman, de la misma edad, habían salido de su escuela yse dirigían a sus casas. En el trayecto se vieron inmersas en una ceremonia de iniciación de una pandilla. Fueron violadas, golpeadas y estranguladas a tal punto, que cuando sus cadáveres fueronrecuperados, en avanzada descomposición, sólo fue posible identificarlas por sus registros dentales. Medellín fue condenado únicamente por la muerte de Peña.Ha sido el quinto prisionero en ser ejecutadoen Texas en lo que va de 2008. El estado vaquero, fronterizo con México, ha aplicado la pena de muerte a 410 reos desde que la Corte Suprema restableció las ejecuciones en ese estado, en 1982.
Losdefensores de la pena de muerte están satisfechos. Para ellos, se hizo justicia. La niña asesinada merecía esa justicia. Para los críticos de la pena de muerte, la ejecución de Medellín fue otro crimenpara hacer pagar un crimen.Estados Unidos es el único país del mundo industrializado y democrático que aplica la pena capital. Sin embargo, estadísticas oficiales divulgadas por el FBI indican quelos delitos violentos apenas disminuyeron en 1.4 por ciento en todo el país en 2007, los homicidios tuvieron una baja de sólo 2.7 por ciento, y las violaciones sexuales con uso de la fuerza, una caída...
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