Que pereza ir a la escuela
Llama la atención el por qué los niños y jóvenes saltan de alegría cuando el docente, por algún motivo, anuncia que el día siguiente no habrá clases. ¿Qué les aburretanto que no les gusta ir a la escuela? Me cuestiona esta situación, aunque admito no haber encontrado respuesta a tanta alegría. Pero… pensándolo bien, es poco lo que la escuela ha cambiado en losúltimos años, se han maquillado ciertas cosas pero en el fondo todo sigue “casi” igual. Hoy no se habla de escuela o colegio, sino de instituciones educativas, no se tienen alumnos sino educandos, yano hay reglamento estudiantil sino manual de convivencia, no se cumplen objetivos sino que se alcanzan logros, un alumno no gana el año sino que es promovido al próximo grado, no habilita materiassino que las recupera, no hay coordinador de disciplina sino jefe de comportamiento y, así sucesivamente le cambian de nombre a una gran cantidad de cosas pero, al parecer todo sigue igual. Lo tristedel caso es que no todos los muchachos se amañan en la escuela.
Después de tantos años de haber cursado mi primaria y el bachillerato, confieso que nunca me he encontrado con un binomio al cuadradopor la calle, ni he podido saber, fuera de llenar crucigramas, para que sirve una tabla periódica, de las mitocondrias y el retículo endoplasmático no volví a tener noticias y menos del señor AurelioBaldor, de quien me hicieron aprender los diez casos de factorización que muy pronto se me olvidaron, como también olvidé con prontitud la raíz cuadrada y las capitales del mundo. De verdad que no mequedó muy clara la obra “Crimen y castigo” de Fiódor Dostoyevski, pero me obligaron a leerla, tampoco he podido saber, al momento de hablar, en qué momento lo estoy haciendo en pretéritopluscuamperfecto. Hasta cuarto de bachillerato, hoy noveno grado, me enseñaron inglés, porque en décimo y undécimo, antes quinto y sexto, había que aprender francés. No sé cómo no enloquecí, atendiendo en un...
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