Panarello Melissa Tu Aliento Pdf
TU ALIENTO
Traducción de Guillermo Piro
Título original: L’odore del tuo respiro
© Fazi Editore srl, 2005
© Melissa P., 2005
© De la traducción, Guillermo Piro, 2006
© De esta edición: Aguilar, Altea, Taurus, Alfaguara, S.A., 2006
Av. Leandro N. Alem 720, (1001) Ciudad de Buenos Aires
ISBN-10: 987-04-0547-9
ISBN-13: 978-987-04-0547-4
Hecho el depósito que indica la ley 11.723Impreso en la Argentina. Printed in Argentina
Primera edición: septiembre de 2006
Diseño de interiores: Raquel Cané
Fotografía de cubierta: Gabriele Rigon
A Thomas, que sabe cómo olfatear mi falda,
a mi madre bosque,
a mi hermana tormenta,
a mi abuela virgen.
Entonces ve, toma el tren, ve,
que aunque no te vayas te irás igual.
VIRGINIANA MILLER, En otra parte
Con una abeja en los cabellos mefui por las calles del mundo. Una
abeja que zumbaba entre mis cabellos, batía convulsivamente las alas y
zumbaba, zumbaba. Y yo la dejaba construir su panal en mi cabeza y todo
el que me veía me decía: “Tienes los cabellos que parecen de miel”, sin saber
que en mi cabeza había una abeja dando vueltas con su cuerpo tierno y
bicolor, jugando. Y me hacía compañía, una compañía que se volvióirrenunciable, aunque no podía confiarme demasiado: a veces me picaba en
la nuca para provocarme dolor. Pero mi abeja era demasiado pequeña para
eso, en mí depositaba su miel, no su veneno.
Un día la abeja me susurró algo al oído, pero era un susurro demasiado
débil para que pudiese oírlo. Nunca le pregunté qué había querido decirme y
ya es demasiado tarde; de improviso mi abeja se fue de mis cabellos yalguien la mató. La aplastó. Y en el mármol blanco puedo ver cómo brilla un
líquido, una sustancia: lo tomo con una espátula y lo llevo a un laboratorio
para que lo analicen.
—Veneno —me dice el biólogo.
—Veneno —repito yo.
Mi abeja murió envenenada, no aplastada. Unas horas antes me había
picado.
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1
C
ómo te sentiste ayer? Cuando llegaste a casa y prendiste un
cigarrillo en la cocina, con laestufa encendida, cuando nuestro gato
se refregó contra tu cuello haciendo que se agitara tu respiración, cuando
cerraste los ojos y te acomodaste como un feto, ¿en qué estabas pensando?
¿Estabas bien?
Mi tormento comenzó cuando te saludé en el aeropuerto, cuando me
acerqué a ti y te dije:
—¿Entonces has entendido? Haces el check-in, subes por esa escalera
mecánica y después pasas a través deldetector de metales —te lo señalé
con el dedo—, después de lo cual vas a la puerta que está indicada en la
tarjeta de embarque y listo. Cuando hayas llegado, llámame.
Te dije estas palabras y, después de haberme alejado, me acerqué otra
vez y volví a decirte todo con pelos y señales. Incluso repetí el gesto
señalando el detector de metales.
Al final te abracé suavemente, sin que nuestros cuerposentraran en
contacto, y te susurré al oído:
—Gracias.
Tú, con un tono menos duro que el mío, respondiste:
—Gracias a ti, tesoro, gracias a ti.
Esa misma noche hice el amor con Thomas.
—Hagámoslo como si ésta fuese la última vez —le dije mirándolo fijo a
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los ojos.
Él dudó y me dijo:
—¿Qué quieres decir?
—Estúpido... nada apocalíptico. Es sólo exceso de amor, nada más.
—¿Por qué? —me preguntó.
Alcélos hombros y respondí:
—Porque estoy cansada de entregarme de a pedazos. Necesito
extenderme hasta el infinito.
—Pero eso lo haces siempre —dijo.
Alcé de nuevo los hombres y bufé.
No, nunca me extendí hasta el infinito. No conozco el infinito. Conozco
los límites, la parálisis, la sumisión. Pero no, no diría que conozco el
infinito.
—Hagamos así. Piensa en qué pasaría si uno de nosotrosmuriese
mañana; piensa en qué pasaría si uno de nosotros tuviese que hacer un
viaje que durara años y años y estuviéramos obligados a volver a vernos
después de tanto tiempo... o a lo mejor a no volver a vernos nunca más.
¿Cómo me amarías entonces?
Él era muy bello, yo era muy bella. Calentados por la luz de la
lámpara que estaba sobre la mesa de luz, que bañaba nuestros rostros con
partículas de...
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