pa que se acabe la vaina
En el país más mestizo del continente, donde las uniones maritales se daban de hecho entre gentes de todas las razas, no hubo nada más perseguido que el amor libre y nada más discriminado que los hijos de uniones no bendecidas por la Iglesia, que eran seguramente la mayoría. ¿Cómo puede quererse a sí mismo un país que crece enel odio por los indios y los negros, que son el origen irrenunciable de la mayoría de la población? ¿Cómo puede crecer sin intolerancia y sin resentimiento un país donde los hijos del amor son proscritos y considerados ciudadanos de segunda categoría?
Cuando intentaban ser católicos, esos mismos hijos del amor libre se encontraban con la discriminación y el maltrato. De ese modo, muchos seresque hallaban en la doctrina cristiana de amor y de igualdad, de respeto y de compasión, un consuelo frente a las dificultades del mundo y una promesa de dignidad y de afecto vieron burlada su fe íntima por una alianza innoble de los poderes eclesiásticos con los poderes del mundo, y si algo hay que decir es que el Cristo original de los pobres y de los mansos era traicionado por los mercaderes en elpropio templo.
Esa es la más grave culpa de la Iglesia católica y de sus viejos prelados, y está en la raíz de todos los males de Colombia. Es el estigma que la Iglesia, aliada de mil maneras con el poder político e incluso con el poder militar, trazó sobre la frente de la nación, y ese es el tamaño de la deuda histórica que ese poder clerical cerrado y fanático tiene con el país, una deuda queno alcanzará a verse compensada con todas sus caridades y sus buenos ejemplos.
Pero también es grande la responsabilidad de la Iglesia en la persecución y satanización del pensamiento liberal, no sólo porque sabía que iba a moderar su influencia sobre los ciudadanos, a proteger a los no creyentes, a los no practicantes y a los hijos de las uniones libres, sino porque iba a poner en cuestión laspropiedades de la Iglesia, que en Colombia apenas fueron comparables con las del ejército.
Así contribuyeron las sotanas y las bayonetas a la perpetuación en Colombia de una Edad Media más tenebrosa que en cualquier otro lugar del continente. Basta recordar que hace apenas un cuarto de siglo quienes querían contraer matrimonio civil tenían que ir a cualquiera de los países vecinos, Venezuela,Panamá o Ecuador, porque en Colombia, que vivía envanecida de su supuesta modernidad, el único matrimonio con validez legal era el católico.
Basta pensar que todavía hoy, cuando hasta el pontífice romano predica en Río de Janeiro que nada les conviene tanto a las sociedades como el Estado laico, que permite a las religiones convivir y entregarse a predicar sus valores, a formar a sus fieles en unaética del respeto y la responsabilidad, todavía hoy en el ápice del poder colombiano hay gobernantes que hablan con el dogmatismo de los viejos obispos y sombríos funcionarios cuyas providencias se rigen menos por la Constitución que por la Inquisición.
La élite que heredó la república y la dominó durante dos siglos fue la encargada de perpetuar el discurso colonial. Durante mucho tiempo el modeloescolar estaba hecho para reproducir unas cuantas verdades eternas: que había unas metrópolis a las que había que imitar en todo; que la Iglesia católica era el único credo, fuera del cual no hay salvación; que el matrimonio por la Iglesia era la única fuente de legitimidad social; que Colombia era un país blanco, católico, de origen europeo; que nuestro deber era hablar una lengua de pureza...
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