otra vuelta de tuerca

POLICIALES VIOLENCIA DE GENERO
Lo denunció seis veces, nadie la escuchó y sufrió un cautiverio atroz
POR GISELE SOUSA DIAS
Vanesa cuenta su pesadilla: su pareja la tenía encerrada, le pegaba y la drogaba para calmarle el dolor. Fue rescatada y él quedó detenido.
Se conocieron en un bar de La Plata, hace menos de dos meses, y esa misma noche él le pidió que se quedara a vivir en su casa.Ella, abogada. El, ingeniero de sonido. Los primeros dos días ella notó que era demasiado celoso; al tercer día la tiró de la moto, la arrastró por el asfalto, le quebró la muñeca y le desfiguró el ojo izquierdo de una piña.
Pero lo peor estaba por venir: durante estos dos meses, la golpeó y después la curó con hielo, la lavó con lavandina y la maquilló, para que estuviera linda en público. Ladesnudó y la sacó al pasillo del edificio, la obligó a tener sexo con sus amigos y le hizo tomar su orina como un modo de sellar un pacto entre “almas gemelas”. Ella lo denunció seis veces y en seis lugares distintos. Pero sólo cuando su papá y los vecinos denunciaron que estaba secuestrada, fueron a buscarla. La encontraron así, atrapada en un cautiverio atroz.
Vanesa Rial tiene 38 años y se recibióde abogada en la Universidad Católica de La Plata. No pesa más de 50 kilos, tiene el pelo largo, moretones negros en las piernas y rojizos en los párpados y la pintura de las uñas comida por los nervios. El, Jorge Cristian Martínez Poch, tiene 50 años, y en su perfil de Facebook todavía cuelgan los “Te amo, te extraño, somos los dos iguales” que le dedicaba en su muro. Tiene, según ella, cincohijos y no ve a ninguno, y antes de conocerla ya tenía 16 denuncias anteriores por violencia contra otras parejas y dos órdenes de restricción que le prohibían acercarse a dos de sus hijos.
Pero ésta historia es la muestra de que la violencia de género no distingue entre niveles sociales ni educativos: aun siendo abogada de familia y teniendo acceso a todas esas causas, Vanesa no pudo salir sola.“El día que me tiró de la moto vino la policía y yo les dije que no pasaba nada, que estaba todo bien, no quería problemas. Al día siguiente fui a trabajar vendada y mentí, dije que me había caído”. Eran –no lo sabía– sus últimos días como empleada de ese estudio jurídico. Es que, cuando su jefe empezó a llamar para ver por qué no iba, el que atendía era él: “Vanesita está descompuesta”, decía. Hastaque se quedó sin trabajo.
“En esos primeros diez días se enojaba, nunca supe bien por qué, y me sacaba al pasillo a los golpes, desnuda, y cuando veía que me podía ir me volvía a meter de los pelos. Lo hacía adelante de los vecinos y me gritaba ‘negra de Los Hornos’, ‘negra de mierda’. Los vecinos venían a cada rato, a veces a traerme comida. Yo creo que era una excusa: venían para cortar losgolpes y ver si estaba viva”, cuenta ella. Su padre mira al suelo con angustia, y prende otro cigarrillo.
Pero el ataque del 6 de septiembre no iba a ser uno más. “Ese día me pegó tanto que me fracturó el tabique y las costillas y me dejó bañada en sangre. Así que me fui a Monte, cerca de Cañuelas, no me podía quedar en esa casa. Pero él no paraba de llamarme por teléfono, hasta que terminérompiendo el chip y ahí enloqueció. Empezó a llamar a mis viejos a las 5 de la mañana y a amenazarlos de muerte. Al día siguiente, salí a la calle, escondida, y baja un tipo de un auto de alta gama, me pone un arma en la cabeza y me quiere hacer entrar al auto”. Vanesa logró zafarse y fue a hacer la denuncia a la Fiscalía de Cañuelas: era la tercera. Como nadie hizo nada creyó que iba a matar a sus padresy terminó accediendo: le dijo que fuera a buscarla.
Las otras denuncias también habían pasado sin pena ni gloria: la que hizo en la Defensoría pública de la Provincia de Buenos Aires, en una Comisaría de la Mujer de la provincia, en el Juzgado N° 5 de Familia y en la Fiscalía N° 11.
El sábado pasado, Vanesa volvió a la casa de él, en la calle 23 entre 58 y 59, en La Plata. “Salimos a comer...