Movimientos espontaneos de ciudadanos
La base de la democracia reside en el hecho de otorgarel poder al pueblo, de allí que, al igual que las elecciones, las manifestaciones públicas sean una forma de fomentar la soberanía popular. Desde esta perspectiva, los movimientos de ciudadanos sólopueden considerarse como el ejercicio lícito y benéfico de dicha soberanía. Sin embargo el auge cuantitativo de tales manifestaciones y su carácter cada vez menos meditado traen consigo nuevasproblemáticas: ¿resultan siempre provechosos esos gritos espontáneos en busca de libertad? Los dos últimos años ofrecen un arcoíris de ejemplos que tienden a corroborar la ambigüedad de los efectos de losmovimientos ciudadanos. No obstante la aparente honradez de estos últimos, sus consecuencias no se revelan invariablemente positivas: la espontaneidad y el ardor del impulso que los motiva pueden llevara actos imprudentes e incluso insensatos.
En primer lugar cabe cuestionar la espontaneidad de muchos de los movimientos populares. Parece imposible que se organicen semejantes manifestaciones sinpreparación previa y la rapidez de su aparición supone una precipitación evidente y por tanto una falta de reflexión peligrosa. Las múltiples rebeliones en el norte de África no pueden cualificarsedecentemente de ilegítimas ni de inoportunas, más su aspecto impulsivo aniquiló la posibilidad de una verdadera meditación en cuanto a las especificidades del régimen que la población quería establecer.Esa fogosidad se combinó con una falta de líderes espirituales. Es así como una vez conseguida la democracia, una neblina de incertidumbre y vacilación envolvió las primeras elecciones en Túnez y llevóa la consagración del único partido que supo aprovecharse de la situación prometiendo seguridad y estabilidad.
Por otra parte el matiz ingenuo de las manifestaciones populares les concede un...
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