lo q las bala no puede quitar

Conocí a Kalin un domingo de otoño en una cafetería del centro de la ciudad. Llevaba un vestido blanco con un cinturón negro, algo sencillo, pero fue su sonrisa la que me hizo fijarme en ella. Era laconocida de mi amigo Pablo, y el no supo hasta años después lo que aquel día pudo significar para los dos. Fue cerrar los ojos aquel día para volverlos a abrir y encontrarme que vivíamos juntos, queéramos la pareja más feliz que el país podía conocer y que estábamos unidos por dos anillos de plata, porque mi trabajo como militar no podía pagar uno de oro, pero el sentimiento era mutuo.Estábamos en la playa de Lisboa, disfrutando de nuestras vacaciones de verano cuando una llamada hizo que todo diera un giro de 180 grados. Mi cuartel me necesitaba para una misión en Libia y tenía queprestar asistencia al día siguiente. Esa noche fue una mezcla de despedida y lágrimas. Fuimos a cenar al restaurante dónde nos conocimos y volvimos al apartamento alquilado para hacer el amor hasta que elsol volviera a amanecer…

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Libia estaba siendo un verdadero tormento. No sólo por el calor que hacía ni por las horas incontables dentro de un tanque que era como estar en elmismísimo infierno, lo peor era saber que al otro lado del Mediterráneo alguien me esperaba, pero era una misión de casi dos años, así que no podía hacer otra cosa más que resignarme.

Hoy tocaba limpiezade terreno, llevaba una de esos trajes anti-bombas que de poco servían porque sudaba a chorros y me estaba deshidratando a velocidades inhumanas, pero era necesario, ya que los rebeldes han estadoconectando minas al suelo y al cabo del día llevaba 3 minas encontradas, sólo me quedan 30 minutos para terminar a ver si hoy es mi día de sue…CLIC…

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Desperté un día de primavera, creoque pude ver algún almendro florecer, y junto a mí estaba Kalin. Los médicos trajeron malas noticias… había perdido brazos y piernas, ya no tendría sitio en el ejército y lo único jodido que...