Las libros
He terminado de acomodar más de la mitad de la mía en el librero que me llegó hace unos días. Los primero libros queleí de niña, llenos con mis anotaciones y con dibujos de los personajes como yo los imaginaba en aquél entonces. Los libros que ganaba como premio a los diversos concursos en los que participaba enmi niñez y adolescencia y los de poesía que mi padre me regalaba cuando era una jovencita y le expresaba mi gusto por su lectura.
Encontré también los libros eróticos que mi amado leía a escondidasen mi cuarto cuando yo no estaba en casa y cuyos pasajes utilizaba para seducirme pensando quizá que yo no los reconocería.
Tantos amigos, algunos de ellos ya no lo son siquiera pero que en algúntiempo me obsequiaron libros en donde escribieron hermosas y profundas dedicatorias a su amiga “especial” a quien nunca olvidarían.
Mi colección de libros de crítica de cine de los días de estudio en laCineteca Nacional. Los blueprints Berlitz de muchos de los viajes a diferentes países que he hecho. Los de las colecciones de arte de algunos de los museos más importantes del mundo y de otros no tanimportantes pero sí interesantes. Las antologías de ballet y ópera como la Staatsopera de Tatarstan cuya temporada logré ver completa en el teatro Carré de Amsterdam o los de los recitales de ariasde ópera románticas a los que un amigo barítono ganador de una de las tantas Operalia, solía invitarme en Gran Bretaña.
Los libros de cocina con los que le preparaba deliciosos platillos y postres aun amor turco en los días que decía que me quería y yo le creía.
También encontré muchos libros dedicados por mí a otras personas a las que quizá ya no pude ver para entregárselos y otros dedicados aalgunos amigos por otros amigos o personas desconocidas para mí, lo que me hace pensar que ésos libros me los prestaron y por alguna razón nunca los devolví.
Libros que sus autores me han dedicado...
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