LA ZONA DE CONFORT
Es realmente cierto que desde pequeños todos hemos tenido sueños e ilusiones sobre lo que nos gustaría ser de adultos y en raras ocasiones nos han alimentado esossueños o enseñado a confiar en nosotros mismos y en nuestras capacidades para conseguirlos.
Por el contrario, nuestros educadores y nuestras familias y allegados se han preocupado más de “ponernuestros pies en el suelo”, nos han recordado que hay que ser realistas, estudiar duro en el colegio y escoger una profesión bien remunerada y considerada socialmente como garantía de una estabilidad yfelicidad en el futuro.
En raras ocasiones hemos sido alentados y animados en nuestros sueños infantiles sobre nuestro futuro, sino eran coincidentes con lo socialmente aceptado como un futuro viable yprometedor.
Aun concediendo el beneficio de la duda a quienes piensan de forma cartesiana y practican día a día sus teorías, no hay duda que una de las principales metas de la educación debería irdirigida a enseñarnos a gestionar las ilusiones, los miedos, la ira, la frustración y otras emociones que conformarán nuestra personalidad en el futuro.
Equivocadamente se cree, y más en épocas de crisiseconómica, de identidad y probablemente también de valores, que se debe hacer hincapié en una educación cartesiana, basada únicamente en el sacrificio y en la acumulación de conocimientos.
Sindescartar el trabajo que debe realizar el cerebro en ejercitar la memoria y en adquirir datos para poder relacionarlos, no se debe olvidar el gran papel que juegan las emociones en el ser humano. Hoy porhoy las entidades educativas no están diseñadas para enseñar a los alumnos a gestionarlas de forma adecuada.
Si desde niños todos hubiéramos aprendido a tratar adecuadamente con nuestras emociones ynuestras motivaciones, saldríamos de la zona de confort a la zona de aprendizaje y llegaríamos a la zona de pánico sin dramatismo, quizás con cierta ansiedad en ocasiones, pero sin miedo al fracaso o...
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