LA MOLIENDA

LA MOLIENDA

Desde el siglo XVI, los españoles introdujeron en la Huasteca la caña de azúcar. La trajeron de sus plantaciones en Las Antillas donde el tráfico y explotación de esclavos negrostraídos del África les había redituado ganancias descomunales. Los pueblos indígenas de la Sierra Madre Oriental con clima templado o caliente pronto la adoptaron y la producción de piloncillo, azúcar yaguardiente, pasó a ser una fuente importante de ingreso o de mano de obra para estos pueblos conquistados.
Octubre es tiempo de zafra. En una de sus entregas de piloncillo, don Florencio Guzmán nosinvitó a su molienda en el camino a San Pablito; llevamos bolillos y a caballo, jalamos rumbo al Norte; el sol desprendía sus rayos como abanico sobre esa oscura serranía y el viento fresco soplaba enla angostura. Y ahí, al atravesar el río se veía el cañaveral. Perdidos entre ese laberinto de cañas gigantes que a la distancia parecen diminutas, guiados por el humo y el olor a conserva, cruzamos apie los surcos del cañaveral. Salimos a un claro qué alivió nuestra angustia, frente a nosotros apareció el área de la molienda: la paila semi-enterrada sobre una caldera, cubierta con una techumbreinclinada de hojarasca soportada por dos postes de madera. El humo de la caldera se anegaba fugazmente sobre el techo y creaba un espejismo borroso. El aire nos llegó y nos hizo lagrimear.
Bajo elsol intenso, los cortadores requemados, casi negros, de brazos fuertes, cortaban las cañas con sus largos machetes que plateaban al sol. Entre el rumor del follaje del cañaveral, como sinfonía derequinto y palo de lluvia, una a una, surco a surco, con movimientos rítmicos y elípticos dejaban oír el vibrar de la hoja templada. Alrededor del trapiche, una yunta de bueyes uncidos al yugo hacía girarel travesaño para activar ese rústico instrumento traído hacía tiempo de las ferrerías de Apulco. Los bueyes de paso firme, entre vuelta y vuelta chicotean su cola contra su lomo para espantarse...