La llegada
Pensando qué hacer las horas pasaban. No tenía sueño; entonces tomé un libro, creo que es la única forma eficaz para desconectarme del mundo, del espacio y del tiempo. Cuando volví: eran las 2:43 am. Había leído unpoco más de cuatro horas. Sorprendido por lo rápido que normalmente es el tiempo, cerré el libro y coloque el reloj despertador para que sonara a las 5:30 am. Es que también sabía que su llegada sería en la mañana, en hora incierta. Apague la luz y no planeé nada. Decidí esperar por las sorpresas que trajera el día. Pero después de abandonar la lectura mi mente recaía como entre un espiral aconspirar las horas siguientes; el calor también puso su parte y esto no me dejaba dormir. Calculo que tuve conciencia hasta las 4:00 am. Después solo escuche el despertador.
Desperté apresuradamente como si fuera un encuentro de vida o muerte y además con horas de retraso. rápidamente me encontraba fuera de mi casa, y pensé que para darle un toque más alegre a la espera y de gracia a su llegada debíacomprar globos y una serpentina. Como dije, las sorpresas del día. Cogí el bus, los minutos pasaban lento, como con pereza, sólo pensaba en aquél encuentro, entonces volví al libro. Al bajarme fui al lugar donde creí sería su arribo; “que mala sorpresa” pensé, encuentro doscientos metros de pista donde podían llegar los autobuses, distintas salidas de pasajeros, llegadas múltiples, gentío,alboroto. Esto se encuentra en un piso subterráneo; al bajar cada grada de la escalera, sentía cómo se hundía un acelerador en mi cuerpo, y mis revoluciones se multiplicaban por diez por cien por mil. Ya abajo, busqué algún sitio donde esperaba no ser visto cuando arribara; prefería la sorpresa en todos los sentidos e hice un pequeño reconocimiento rápido del lugar, sin detalle. Tomé aire y compre agua.Con más calma busqué ese lugar que me diera refugio, escondite, pero ¡no sabía dónde! Ningún lugar me parecía adecuado, en todos muy visible. El tiempo pasaba y yo aún estaba a la vista en caso de que llegara. Apresuradamente crucé al otro lado de la pista, a un edificio que se encontraba al frente. Entré, era un pasillo de arista que conectaba el piso de arriba y otro piso más abajo del que meencontraba, con la pista. Creí sería un buen punto: podría ver la llegada de los autobuses. El problema (y esto sólo lo capté pasado un buen rato, una hora después por lo menos): ¡solamente tenía vista de 50 metros de pista! Podía ver todos los autobuses que entraban pero no todos los desembarcos, la gente que llegaba.
Ahí en aquel lugar, mientras la espera, desenrollé la serpentina e inflé los4 globos (no compre más) y los uní de a parejas: rojo amarillo, rojo amarillo. Y esperé. Las revoluciones volvían a ratos, me acaparaban todo el cuerpo, la ropa, hasta el suelo que pisaba parecia sacudirse; a pesar de lo fuerte era presión imperceptible para el exterior. Volví al libro, esta vez no daba resultado. Probé con música, “maldición” dije, mi iPod parecía descargado. Y en eso llegaba unautobús, a veces dos, a veces 3 y me sentía como en una montaña rusa: mientras esperaba la llegada de un autobús subía la rampa, mientras más tardaba en llegar, más alto subía; luego el desembarco, esto era ir directo al suelo a toda prisa con vacío y todo en el estómago, cuando lo hacían varios era como si aumentara la gravedad, más duro caía.
En aquel escondite vigilaba cuidadosamente,estiraba el pescuezo como suricata en su guarida, a veces me arriesgaba saliendo mucho a la pista, porque como dije no tenía vista sino hasta cincuenta metros, luego pensé “tengo que buscar otro sitio”. Buscando: Subí, baje, cruce al otro lado, de nuevo subí; entre la gente, sin ella; probé todos los lugares, los ángulos, las formas y escondites, “¿Dónde?” me decía. La montaña se repetía en cada...
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