La Hija Ingrata
Un anciano muy pobre tenía solo una hija, de una hermosura inconcebible. La quería con locura, la mimaba y la consentía como si educara en su hoza a una princesa y no a una pobre campesina que fuera
su ayuda en los últimos años de su vida.
De esta manera, la joven pensaba solo en vestidos y bailes, a veces se le pasaban los días sin tener tiempo para rezar, y si elevabalos ojos al cielo era para decirse: ¡Oh, si pudiera tener un vestido de ese tono azul, unos zapatos de plata como las blancas nubes, una corona de oro como el sol, tantas piedras preciosas cuantas estrellas lucen en una noche de invierno, y tantas perlas como gotas de rocío brillan en una amanecer de verano!
El pobre padre le habría dado su propia sangre para procurarle todo este lujo, y con todo,más duro trabajó durante muchos años, no había conseguido más que ofrecerle un collar de corales.
Pero la muchacha se aburría y ansiaba siempre alguna prenda, algún adorno, en la miserable choza de su padre.
Un día de verano, cuando en el campo cogía flores para hacerse coronas, oyó el trotar de unos caballos en la carretera. Muy curiosa, la joven se precipitó a verlos y se paró como clavadaen el suelo, al admirar un espectáculo maravilloso: Por la carretera pasaba una carroza de oro, rodeada de un numeroso séquito de guerreros a caballo.
Por la ventanilla de la carroza se veía la cabeza de un hombre tan hermoso como ella.
Cuando los dos jóvenes cruzaron sus miradas, se atrajeron de tal manera que no podían dejar de mirarse. El príncipe, porque era un poderoso y muy ricopríncipe, ordenó que parase el séquito, y llamando a la joven, le dijo: "Eres hermosísima como un ángel del cielo; querida mía, vente conmigo y te daré todas las riquezas que puedas soñar".
Ella sin vacilar contestó: "Iré contigo, hermoso señor y seré tuya".
El príncipe le estrechó la mano, la ayudó a subir a la carroza, la colocó a su lado. Ella sólo se preocupaba de no estropear las bonitas floresque tenía en las manos. Cuando los caballos iban a ponerse en marcha llamó: "¡Parad, parad tengo que ir un momento a mi choza!"
El príncipe creía que la hermosa joven tenía en su choza unos padres de quienes quería despedirse, y abrazándola, dijo: "Antes de que regreses a tu choza serás mi mujer y te adornaré con vestidos de seda y una corona de oro".
Pero ella continúa: "¡Parad, parad, tengoque ir, pues en la choza he dejado mi único tesoro: ¡Mi collar de corales!"
Al oír el príncipe esto, y ver que era sólo eso lo que la preocupaba, se echó a reír diciéndole que podía tener cuantos collares quisiera, y que le regalaría cuantas piedras preciosas como flores había en su delantal.
Entonces ella, consolada, para saber cuánto antes cuantos diamantes tendría, se puso a contar lasflorecillas echándolas por la ventanilla una a una. Pasó mucho tiempo contando y, entretanto, los caballos corrían por aldeas y ciudades, campos y bosques, pues el príncipe venía de muy lejanas tierras.
Entre tanto el pobre padre estuvo esperando hasta la noche, que pasó sin dormir, mirando por la inquietud. Se fué a buscar a su hija por todas partes, recorriendo todas las fincas vecinas y elbosque, pero en ninguna parte la encontró. Al fin le dijeron que la habían visto cogiendo flores en el campo; se dirigió al sitio indicado y percibió que en la carretera habían flores esparcidas, como si hubiera sido hecho a propósito para indicar un camino. Entonces se dijo:
"Seguramente unos bandoleros se han llevado a mi hija querida, y ella, para enseñarme el camino, lo sembró de estas flores".Y siguió el camino señalado llorando de pena. Por cada flor le caía una lágrima. Ni el sol quemando al mediodía, ni el frío rocío d la noche, le detenían en su camino.
Soportaba el hambre, el insomnio y el cansancio, pensando sólo en la salvación de su hija. Y cuando le faltaba la señal de las flores, preguntaba a los caminantes:
"¿No habéis visto a mi hermosa hija? Es blanca como un...
Regístrate para leer el documento completo.