La Ciega
HECTOR GONZALEZ
Cesar C. Campos y Claudia de Campos pastoreaban unamodestacongregación cristiana en uno de los suburbios de la ciudad de Bogotá, Colombia. Un día el ministro presento a la iglesia con gran motivación e incógnitaun proyecto que intitulo:” loscampos”. El mismo consistía en adquirir unabonita y cómoda casa en un exclusivo sector de la capitalneogranadina.
Los feligreses entusiasmados con la idea yestimulados constantemente con las predicasdel pastor y las de algunosde sus más allegados discípulos, ofrendaban abundantemente apoyando elpropósito.
Al cabo de dos años, la esforzada iglesia había completado eldinero para cubrir la cuenta. Uno de esos domingos el pastoranunciaba lo siguiente: hermanos, ha llegado la hora de declararles elsignificado de todos los sueños y revelaciones que el Señor me ha mostrado y enespecial lainterpretación del texto: alzad vuestros ojos y mirad los campos,porque ya están blancos para la siega (JN 4:35).
Esa noche en el culto reinaba la expectativa, la multitudcongregada como nunca, con granentusiasmo completaba a coro la bíblica citaque desde el pulpito se repetía con euforia: “Los campos estánblancos “.__para la siega”. ___Para la siega”.___ En consecuencia,hermanos prosiguió el pastor, lapropiedad que hemos de comprar, tendrá porobjeto que sea un regalo para mi querida esposa.
Una breve pausa impregno de gélido el ambiente en eltemplo, entre tanto, la hermana Claudia obnubilada ysin asombro ensu submundo de invidencia, asentía indiferente
El que tenga ojos que vea…
Concluido el servicio, los feligreses se fueron retirando poco apoco, nosin antes saludarse. Marchandocabizbajos, perturbados y confusos araíz de la conclusión asumida en la iglesia con el tema del proyecto “losCampos”.
Otros, en evidente molestia se entretuvieron en los atriosformando grupos que...
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