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Lejos de preocuparse por la situación, la presidenta Cristina Kirchner y su esposo parecen destinar su tiempo a otros menesteres, como es hacer propaganda con elnuevo DNI como si fuese un giro copernicano en el Estado: llamativamente se grita a los cuatro vientos que el sistema es ajeno a los negociados, como si se tratara de un hecho inédito y no de unaobligación.
Hace meses que la primera mandataria no habla de la ola de delitos que pone en vilo a la sociedad y la estrategia pasa por dejar que del tema se preocupen la Provincia y losintendentes, muchos de los cuales no dudaron en sumarse a las protestas. El séquito de aplaudidores que suelen acompañar al matrimonio también opta por el silencio.
La única reacción de la Casa Rosadafue convocar a una reunión al esposo de la docente asesinada en Derqui, invitación que no pudo prosperar dado el estado de conmoción que, como es lógico, aún afecta a los familiares de la víctima.Resulta evidente que los Kirchner optan por considerar la inseguridad desde un punto de vista ideológico, y no como parte de una política de Estado. El hecho de haber priorizado el clientelismo, enlugar de implementar políticas universales para combatir los bolsones de pobreza e indigencia estructurales que existen el país, trajo sus consecuencias: muchos de los delincuentes que terminanasesinados por un auto son los excluidos que no tienen la más remota chance de acceder a un trabajo digno.
Por lo bajo, los Kirchner están convencidos de que la inseguridad es sólo una sensación,construida por los medios. Y eso le impide ver las raíces de los problemas: si el 40% por ciento de la población es pobre, si hay 500 mil jóvenes que no estudian ni trabajan en el Gran Buenos Aires,...
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