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Marta Hernández Ancapán de 62 años , de la comuna de Pudahuel, trabajaba como aseadora en la galeríadonde se produjo la explosión del 8 de septiembre de 2014. Pero hasta ahora no ha podido volver a su empleo y permanece el mayor tiempo en su hogar. Entre otras razones, porque la fuerza de la bomba lecercenó el dedo medio de la mano derecha.
"Me hace falta mi dedito. La mano me duele. Me cuesta pelar papas y hasta la escoba se me cae", detalla. Cuando termina la frase, observa su mano en silencio.Un par de segundos después, la mirada se le humedece.
La pérdida parcial del dedo no es el único problema que tiene. Debido a las múltiples esquirlas que la alcanzaron, su mano perdió fuerza. No esidea suya. Se lo han dicho los médicos y terapeutas que la atienden desde hace meses.
"Martita" -como la llaman sus vecinos- continúa con licencia. A diario, acude a una clínica para someterse aagotadoras sesiones de rehabilitación. El furgón que la lleva al centro asistencial la pasa a buscar a las 5 de la madrugada, por lo que a las 9 de la noche ya está en cama. Médicos no saben aún si podrávolver a trabajar.Los doctores no saben aún cuánto tiempo más se prolongará el tratamiento. Tampoco -dice- le han dado certezas sobre si efectivamente podrá volver a ejercer tareas como las quedesarrollaba antes del bombazo.
Oriunda del sur, trabajó toda su vida como "nana puertas adentro". Pero en el último tiempo se había empleado como aseadora en la galería de Las Condes. Ella había iniciado suturno apenas hacía media hora cuando se produjo el bombazo. No olvida el estruendo. Lo mismo que un dolor punzante en su mano. Pero no tiene claro qué pasó más tarde, pues la explosión la arrojóinconsciente al suelo.
Tiene que tomar remedios para poder dormir. En el hospital le dieron el alta a las dos semanas. Desde entonces ha vivido entre la soledad de su hogar y las terapias, lo que sumado a...
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