Jenofonte. Anábasis (Capítulo 7-8)
El último tramo del relato encuentra a los legionarios un poco más descansados por haber sorteado la parte peor del imperio persa, hacia dentro del continente, donde todos los pueblos eran abiertamente hostiles hacia ellos. Conforme recorren el camino del retorno, bordeando el sur del Mar Negro, el encuentro con pueblos griegos les demuestra que lahermandad cultural no era garantía, y que, de hecho, varias son las comarcas que resisten la presencia de los 10 mil, así como también son muchos los poblados asiáticos que los reciben de buena gana (muy probablemente intentando hacer buenas migas con un regimiento de guerreros reconocidos como muy eficientes a la hora de llevar la lucha armada).
Es también en estos últimos tramos del relato enlos cuales Jenofonte es ungido como capitán y factótum de la legión.
Llegada y sitio a Bizancio, Seutes y posterior reclutamiento del ejército por comandantes lacedemonios.
Por cuestiones de mando el ejército se dividió en tres, conforme la dirigencia de Quirísofo caía en desgracia ante la figura de Jenofonte (“Entretanto, dividióse todo el ejército en tres partes […]”). Quirísofo por un lado,los arcadios por otro y Jenofonte, continuando su periplo hacia tierras europeas. El movimiento, claro, no era continuo, y debían sostener con las armas las asoladas de algunos pueblos de las zonas aledañas, a los cuales saqueaban para abastecerse.
En eso, y por pedido de Artajerjes, el capitán de la flota lacedemónica Anaxibio pidió a los griegos (y con ellos, claro a Jenofonte) que fueran aBizancio para recibir el dinero que se les debía por el contrato con su hermano menor. Pero no, al llegar a la ciudad que sirve de paso entre Europa y Asia, las puertas fueron cerradas. El engaño motivó la ira de los milicianos griegos y fue solo por la intercesión de Jenofonte que se pudo evitar un saqueo a la ciudad, una vez rotas las puertas del fuerte por los 10 mil. Hubo incluso quienes lereclamaban al capitán que tomara la ciudad, puesto que tenía todas las condiciones para hacerlo, pero la oferta fue declinada por la importancia que tenían los lacedemonios en el concierto político de ese momento
Con un intermedio en la comandancia por parte de Ciratades, oriundo de Tebas, que prometió llevarlos a Delta, en Tracia, para proveerlos. Pero no duró mucho. Acto seguido son tentados porSeutes, un príncipe tracio caído en desgracia.
Seutes explicó que su padre había sido Mesades, y mantenía “el señorío de los melandeptas, de los tinos y los tranipsas”, hasta que fue echado de las tierras por discordias. Esos señoríos eran los que, mediante la ayuda de los griegos, Seutes pretendía recuperar. La decisión de acompañar a Seutes, consultada a los soldados, fue precipitada además por elabandono de Aristarco, quien les negaba a los griegos el uso de sus embarcaciones, y al hecho de que el ejército no quería volver a su hogar con las manos vacías, por cuanto el pago de Ciro, claro, no había sido efectivizado.
Las tierras que Seutes pretendía fueron conquistadas por la ayuda de los griegos, pero el ladero de Seutes, el también griego Heraclides, conspiró largamente para hacer caeren desgracia a Jenofonte ante Seutes, y así evitarle el pago tanto a él, como a sus comandantes y soldados. Incluso hubo quienes acusaron a Jenofonte de apropiarse para sí los pagos del ejército.
En esto llegan dos embajadores lacedemonios, Carmino y Polinicio, enviados por Timbrón, que ya había comenzado la guerra por mar contra Tisafernes, pidiendo a Seutes los servicios de sus contratados...
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