fortin del hereje

Me da miedo encender el aparato de TV. En los buenos, viejos tiempos, lo que fastidiaba eran los comerciales: compre esto o lo otro. Ahora aparece Felipe Calderón cada no sé cuántos minutos, paradecirnos que el rey Salomón es un pobre débil mental comparado con él.
México no tiene problemas, asegura el michoacano: son percepciones de periodistas amargados.
Todo está resuelto o en vías desolucionarse. Y el Presidente de lo poco que queda de México sonríe de oreja a oreja: por qué no ha de ser feliz. Sus hijos no van a guarderías del IMSS; tiene empleo y bastante bien pagado; varios milesde hombres armados hasta los dientes lo protegen del narco.
Sale don Felipe de cuadro y entra el joven Rodrigo. Ah, qué felicidad vivir en Nuevo León bajo el gobierno del señor Medina.
A poco no leda orgullo saber que su gober va en helicóptero a comprar sabritas al minisúper de la esquina.
Y cómo va el joven ejecutivo a atravesar la calle para abordar el vehículo aéreo. Mejor que leconstruyan un helipuerto a dos pasos de su casa.
Ése es un estadista.
Todavía alienta en mi pecho el orgullo regional cuando la pantalla difunde las cosas que están haciendo los senadores para darnos a losmexicanos el bienestar y la felicidad. Qué señorones, qué capacidad de trabajo, qué sentido del patriotismo.
Cómo podemos quejarnos si vivimos en el mejor país del mundo. A duras penas puedeMigración controlar a los millones y millones de norteamericanos que con o sin documentos quieren vivir y trabajar en México.
Se van los senadores y en seguida veo y oigo los comerciales más surrealistas delUniverso. Casi, casi me obligan a comprar unos tenis que me permitirán recuperar la figura humana que perdí hace muchos kilos. No más tengo que ponerme esos cacles y caminar diez minutos.
Y,abracadabra, hete aquí que en un día pierdo diez kilos.
Después me ofrecen una pócima en base a una receta original de los apaches. Gracias a este compuesto, todas mis dolencias se irán por el caño: me...