Comunicacion
¿En qué siglo vive la escuela?
El reto de la nueva cultura educativa
La información se presenta inabarcable, incierta y con fecha de caducidad; se relativizan los contenidos enseñados, cada día más heterogéneos y la escuela recibe el ambicioso encargo de enseñar a vivir. Ante este panorama, los autores se preguntan: ¿servirán los valores y competencias de siempre paraenfrentarse a los problemas del siglo XXI? Carles Monereo Font y Juan Ignacio Pozo Municio*
competencias educativas, valores
“A menudo la escuela enseña contenidos del siglo XIX con profesores del siglo XX a alumnos del siglo XXI.”
La frase anterior resume una paradoja que suele acompañarnos en nuestro quehacer docente. Por una parte, especialmente en la enseñanza no universitaria, se impartenbastantes contenidos que resultan obsoletos y no responden a los avances de las investigaciones que se desarrollan en cada disciplina. Por otra, estén o no actualizados sus contenidos, cada vez está menos claro cuál es la función de cada una de esas disciplinas en la formación de los futuros ciudadanos. ¿Es realmente imprescindible estudiar filosofía para tener una conciencia crítica, como “casualmente”sostienen los filósofos? ¿O esa conciencia puede lograrse hoy desde otros saberes, por ejemplo a partir del estudio de las ciencias cognitivas? Para que el alumnado conozca mejor su propia lengua y cultura, pongamos el castellano o el catalán, ¿debe conocer realmente la cultura clásica griega o latina? ¿No sería mejor que estudiaran otras lenguas y culturas contemporáneas, hijas también deaquella tradición? ¿El conocimiento social de los ciudadanos debe reducirse solamente a la geografía y la historia? ¿No necesitan también conocimientos económicos, antropológicos o psicológicos? Así pues, ante este panorama cabe preguntarse: ¿estamos enseñando a nuestros alumnos y alumnas los contenidos que les permitirán interpretar, adaptarse y, en su caso, transformar el mundo en el que les tocarávivir? Con su tradicional sarcasmo, Guy Claxton (1991, págs. 60-61 de la trad. cast.) nos recuerda cómo suele
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reaccionar la comunidad educativa —y muy especialmente la académica, tan embebida en sus intereses corporativos y sus inercias institucionales— ante cualquier situación de cambio en relación a los contenidos del currículo —como por ejemplo laque hemos presentado en los párrafos precedentes—. Una deliciosa sátira de Harold Benjamin titulada El currículo de dientes de sable, publicada en 1939, nos hace retroceder a las primeras materias del currículo: formar a los jóvenes en el arte de capturar peces, cazar caballos lanudos a garrotazos y asustar con fuego a los tigres de dientes de sable. La cuestión era: ¿qué ocurriría con estasvenerables materias cuando alguien inventara la caña de pescar, los caballos lanudos se trasladaran a terrenos más altos y fueran reemplazados por antílopes, más veloces, y los tigres se murieran y ocuparan su lugar unos cuantos osos? ¿No se debería jubilar o sustituir estas materias por estudios más pertinentes? “No seas tonto”, le dijeron los sabios ancianos mostrando sus sonrisas más benévolas. “Noenseñamos a capturar peces con el fin de capturarlos realmente; lo hacemos para desarrollar una agilidad general que nunca se podrá obtener con una mera instrucción. Tampoco enseñamos a cazar caballos a garrotazos para capturarlos, sólo para desarrollar una fuerza general en el aprendiz que nunca podrá obtener de una cosa tan prosaica y especializada como la caza de antílopes con red. Y noenseñamos a asustar tigres con ese fin, sino con el propósito de brindar al alumnado ese noble coraje que se aplica a todos los niveles de la vida y que nunca podría originarse en una actividad tan básica como matar osos.” Todos los radicales se
TEMA DEL MES
quedaron sin palabras ante esta declaración; todos salvo el más radical de ellos. Estaba desconcertado, es cierto, pero era tan radical...
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