Circuitos Controlados
HÉCTOR AGUILAR CAMÍN/LORENZO MEYER
La sociedad mexicana de mediados de los ochenta vivía la sensación generalizada de un cambio de época, la sospecha de una gran transiciónhistórica. Los síntomas acumulados del cambio sufrido por el país y su sistema institucional durante las últimas cuatro décadas, hacían cada vez más evidente la citada transición.
A partir de 1968,uno por uno los elementos constitutivos del pacto de la estabilidad se habían ido erosionando. La rebelión estudiantil de ese año fue el más celebre pero no el único rechazo al monólogo institucional delas décadas del milagro mexicano. En el curso de los años setenta apareció dentro del movimiento obrero una disidencia organizada, la Tendencia Democrática que llegó a cohesionar amplios contingentesy a ofrecerse en un momento dado como alternativa al liderato obrero tradicional.
El proceso de modernización del país, que pareció una de las mayores ventajas del modelo industrializador de losaños cuarenta, emergió en los setenta como un grave problema nacional. Precisamente con el auge productivo y de inversión de los años petroleros (1978-1981), ese esquema industrializador se revelóimpracticable y desfiló a la quiebra justamente en el momento en que mayores recursos había para aumentarlo. ¿Por qué? Por su desarticulación productiva, por su vulnerabilidad, por su dependencia externa ypor su tradicional ineficiencia; porque era incapaz de crecer sin importar masivamente y porque era incapaz de exportar para evitar la consiguiente crisis de balanza de pagos.
La presidencia de laRepública es pieza primera y consustancial del sistema político mexicano. Entre 1934 y 1984 ha ido pasando de la consolidación del presidencialismo mexicano bajo Lázaro Cárdenas y Ávila Camacho(1934-1946) a la indesafiabilidad de los años alemanistas, ruizcortinistas y lopezmateistas (1946-1964), y a una especie de nueva fase, durante los setenta, en la que, sin perder el carácter del eje...
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