APRENDER A LEER Chartier
aprender
Roger Chartier
Leer para aprender. Esta fórmula nos parece una evidencia hoy en día. Desde
el siglo xix el saber leer y la práctica de la lectura definen las condiciones del
acceso a los conocimientos. Leer es el instrumento imprescindible sin el cual
aprender es imposible. Analfabetismo e ignorancia se han vuelto sinónimos.
Elefantes y corderos
Comohistoriador debo recordar que no fue siempre así. En primer lugar
durante largo tiempo se mantuvieron las formas de transmisión oral y visual
de los saberes. La imitación de los gestos, la escucha de las palabras, la adquisición de un saber vehiculado por las imágenes constituyeron modalidades
dominantes de los aprendizajes, no solamente de las conductas prácticas sino
también de los conocimientosabstractos. Como ha mostrado José Emilio
Burucúa, citando a San Gregorio Magno, «El divino discurso de la Sagrada
Escritura es un río delgado y profundo a la vez, en el cual deambula un cordero y nada un elefante»; duradera fue la percepción de la oposición entre
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[ Aprender a leer, leer para aprender]
la cultura de los «elefantes», es decir los sabios y letrados, que dominan el
leer y elescribir, y la cultura de los «corderos» iletrados [Burucúa 2001]. Lo
importante es que esta oposición no borraba ni negaba la capacidad de conocimiento de los ignorantes. La sabiduría de los humildes, que no sabían leer,
ejemplificó la reinvindicación de una docta ignorancia opuesta a los falsos
saberes de las autoridades. La inocencia de los «corderos» fue movilizada por
rechazar los dogmas heredados,la aceptación ciega de la tradición, el sometimiento al orden impuesto por los libros. Encarnaron en los textos este saber
de los iletrados las figuras del salvaje (por ejemplo, los indios brasileños de
Montaigne), del campesino (los Marcolfo y Bartoldo de la Italia renacentista),
o los animales más sabios que los hombres que aparecen en las utopías y las
estampas del mundo al revés. Tal comoCristo, los niños pueden enseñar a los
ancianos, los simples a los doctos, las mujeres a los hombres. En este sentido
el mundo al revés designaba paradójicamente el inesperado pero verdadero
orden de la sabiduría.
Además, aun para quienes no sabían escribir ni siquiera leer, no era imposible entrar en el mundo de la cultura escrita. Fernando Bouza ha propuesto
un inventario de los diversos soportes queaseguraban en los siglos xvi y xvii
este «elevado grado de familiaridad con la escritura que tenían los no letrados»:
la presencia sobre los paredes y las fachadas de los carteles, edictos, anuncios
o grafiti, la importancia de la lectura en voz alta que permitía transmitir lo
escrito a los iletrados (pensemos en los segadores del Quijote escuchando la
lectura de las novelas de caballerías y lascrónicas) o la creación de un nuevo
mercado y de un nuevo público para los textos impresos [Bouza 1999]. Los
pliegos sueltos, vendidos por los buhoneros (ciegos o no), difundían en las
capas más humildes de la sociedad romances, coplas, relaciones de sucesos y
comedias. Para los iletrados, la permanencia de las formas tradicionales de la
transmisión de los conocimientos e informaciones iba a lapar con una fuerte
familiaridad con lo escrito —por lo menos en las ciudades.
Si la cultura escrita no borró el papel de la oralidad o de las imágenes es sin
duda porque se mantuvieron altos porcentajes de analfabetismo hasta el siglo
xviii (salvo en la Europa del Norte). Pero, como observa Fernando Bouza,
[ Roger Chartier ]
existe otra razón. En los siglos xvi y xvii los tres modos de lacomunicación
(las palabras habladas, las imágenes pintadas o grabadas, la escritura manuscrita o tipográfica) estaban considerados como formas igualmente válidas
del conocimiento. Semejante equivalencia no ignoraba el carácter propio de
cada una de estas modalidades de comunicación: la fuerza performativa de la
palabra que maldice, conjura o convence, la capacidad de la imagen de hacer
presente lo...
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