Anecdotas De Los Presidentes Mexicanos
En el año 1934, siendo Presidente Lázaro Cárdenas, implantó en los Colegios la enseñanza socialista, trayendo nueva lucha a más de las que ya se tenían y un nuevo elemento a la política sectaria de aquel Presidente.
Apenas supo la Rev. Madre Bonaventure las nuevas dificultades que se presentaban a la educación, se vino rápidamente a México, llegando primero a Monterrey;allí les dijo a las Hermanas:
—Ya le dije al Verbo Encarnado que si alguna de mis hijas entra a la cárcel, a todas me las llevo inmediatamente.
La Madre Superiora contestó:
—Tenga la seguridad, Reverenda Madre, que ninguna de nosotras entrará a la cárcel, pues el Verbo Encarnado nos quiere en la brecha.
Cuando entró a la pieza en donde se tenía el Santísimo lloró amargamente, al ver que en uncosturero se ocultaba al Rey de los Cielos y pensando que así estaría en todas nuestras casas; pues la ley era terminante, abarcando Jardín de Niños, Primaria y Secundaria.
Indudablemente la Reverenda Madre pidió al Verbo Encarnado no se diera la ocasión de que a ninguna de las Hermanas la llevaran a la cárcel y su oración fue escuchada, pues varias religiosas de otros Institutos fueron a lacárcel y aún a las Islas Marías y a las Hermanas solamente sustos les tocaron. ¡Cuántas gracias le debemos dar al Verbo Encarnado por la protección con que las guardó!
Manuel Ávila Camacho
Un día, hará tres o cuatro años, Fernando Rivera Calderón me llamó por teléfono para decirme que un amigo suyo lo había invitado a una comida y le había pedido que me llevara a la misma, porque era fiel lector de"La Mosca en la Pared" y quería conocerme. El amigo de marras era Manuel Ávila Camacho, a quien yo sólo conocía de nombre y como un personaje ligado de una y muchas maneras a los mundos de la política mexicana, la cultura, la farándula y el jet set nacional e internacional. La cita era en La Bodega, en la colonia Condesa, y ahí llegué junto con Fernando. Me presentó a Manuel y éste nos hizo sentarante una larga mesa, llena de comensales. No había una sola representante del sexo femenino y tuve la impresión de que Rivera Calderón y yo éramos los dos únicos heterosexuales. La comida se prolongó hasta la noche y resultó muy agradable, sobre todo porque Ávila Camacho –un hombre bajito, de aspecto frágil y delicado- se portó como un magnífico anfitrión y un muy divertido y ameno conversador, unfábricante de anécdotas en las cuales aparecían nombres que iban de Jim Morrison a María Félix y de Severo Sarduy a Lorena Velázquez.
Uno o dos años después, hubo una nueva invitación –otra vez por intermediación de Fernando- a una nueva comilona, esta vez en una cantina de la avenida Coyoacán, en la colonia Del Valle. Era el cumpleaños de Manuel y había más gente que la vez anterior, pero otravez no había mujeres (bueno, estaba la actriz-actor Libertad) y me pareció notar -de nueva cuenta- que los únicos heterosexuales éramos el buen Fer y yo, además del indescriptible Pancho Cachondo. Todo estuvo muy divertido. Cominos y bebimos sin medida y al final quedé con Manuel de que alguna vez tendría que entrevistarlo para "La Mosca" sobre todo aquello en lo que él había tenido que ver conel rock, en especial cuando escandalizó a la mocha e hipócrita sociedad mexicana de fines de los sesenta, al traer a Acapulco la rock ópera "Hair", y cuando llevó al mismísimo Jim Morrison a la casa presidencial de Los Pinos, en los tiempos en que el primer mandatario de la nación era nada menos que el ominoso Gustavo Díaz Ordaz. Según Manuel, junto con el hijo rocanrolero del ex presidente armaronun fiestón en el cual circularon todo clase de estupefacientes y en el que el Rey Lagarto era el invitado de honor, hasta que el propio Díaz Ordaz bajó en bata para acabar con el reventón.
Varias veces hablé con Ávila Camacho por teléfono, pero nunca lo volví a ver. De hecho, quedó en enviarme a una persona para que recogiera un paquete de ejemplares atrasados de "La Mosca" que le ofrecí,...
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