Rabelais

Rogelio Díaz Brea
Chiflaentrega 22 (entrega de pago: 20 cént de euro).
Mi novela Chifladura por entregas. Entregas de humor ejemplar. Primeras 3 entregas gratuitas. Resto de entregas a 20 céntimosde euro. ¡Diversión garantizada!

Y así, un tanto forzado me salí del office por darle el gusto a la convidadora (estaba el avaro presente. ¿Cómo rechazar la invitación?) y acercándome brindé a lasalud de todas y todos; pero como al estar cerca de las turistas manchegas viera por un lado, que la señora de la voz cantante no hacía más que compararme con Ramón para caprichosamente pensarme un donQuijote (¿Cuántas veces se habría leído el Quijote?) pues, en los insistentes y gozosos vistazos que nos echaba se barruntaba que buscaba en nuestras echuras y carácter las echuras y carácter de lainmortal pareja manchega, y por otro que… el mariquita no cesaba de imitar en los vistazos que no precisamente en la intención, a la señora de la voz cantante: no hice más que brindar con miacostumbrado vaso de leche fría; que instintivamente (pues aunque con disímiles intenciones no cejaban de acosarme con sus insistentes vistazos), al momento me quité de en medio: mi paradójico amor propio vioun mal negocio en aquellos francos elogios que le suponían sus acosadores vistazos. Al rato, se despedirían con muchas risas y adioses; despedida… que deliberadamente evité buscándome algún que otroquehacer, en el cobertizo.
Más tarde; ya despejado el tiempo, Ramón y yo servimos unos tés a unos ingleses que se dejaron caer por el chiringuito y, a eso de las seis menos cuarto (una vez,oficialmente, abierto el chiringuito, nuestro horario de comida era de seis a siete de la tarde)… no poco animoso y excitado me entretuve, mientras Casimiro se apuraba en tener lista nuestra comida, en montaruna mesa de la terraza donde ponernos a comer. ¿Por qué tan exaltado ánimo? Esperaba la reacción de Trini a mi remitida carta que, seguramente, Gustavo le habría entregado. ¿Cómo reaccionaría…...