La curación cuántica
Segunda parte UN CUERPO FELIZ 10. 11. 12. 13. 14. En el mundode los rishis......................................... Nacimiento de una enfermedad............................... «Nos convertimos en lo que vemos»....................... Un cuerpo feliz.......................................................... El fin de la guerra.....................................................
UNA INTRODUCCIÓN PERSONAL —Uno de mis pacientes, un chino, tiene un cáncer dela cavidad nasal; está ya en fase terminal. La enfermedad se ha extendido por toda la cara y lo está pasando muy mal. Pero él es médico; creo que debería oír esto. Yo estaba sentado del otro lado del despacho y asentí con la cabeza. Era un día de finales de octubre de 1987, en Tokyo. Había ido a visitar a un especialista en cáncer japonés que tal vez pudiera ayudarme a demostrar la validez de unanueva teoría médica. Pretendía despejar una de las mayores incógnitas de la medicina, el proceso de curación. En 1987, no había dado aún con el término «curación cuántica», pero, de hecho, llevábamos una hora tratando del tema. Nos levantamos a la vez y nos dirigimos hacia los pabellones. De camino, iba admirando unos jardines Zen que adornaban exquisitamente los entornos del hospital. A esa horalos niños estaban durmiendo; caminamos en silencio. Cuando llegamos a las habitaciones individuales, nos detuvimos; mi colega japonés encontró la puerta que buscaba, la abrió y me dejó pasar primero. —Doctor Liang —dijo—, ¿tiene unos minutos que dedicarnos? El cuarto estaba a oscuras. En la cama estaba tumbado un hombre, de unos
cuarenta y tantos años, más o menos de mi quinta. Se dio lavuelta hacia nosotros, cansinamente. Los tres teníamos algo en común. Éramos orientales y habíamos renunciado a vivir en nuestra tierra para educarnos en el campo de la medicina occidental. Sumando las experiencias de los tres, eran más de cincuenta años dedicados a la práctica de nuestras respectivas especializaciones. Pero el hombre tumbado en aquella cama era el único que moriría en menos de un mes.Cardiólogo de Taiwán, le habían diagnosticado un año atrás un cáncer de nasofaringe. Tenía el rostro casi totalmente vendado. Sólo se le veían los ojos. No fue fácil para mí. Entré en la habitación saludando y dirigiendo la mirada al doctor Liang, pero él apartó la suya. —Hemos venido para charlar un rato —dijo en voz baja el doctor japonés—, pero quizás esté muy cansado... El enfermo tuvo ungesto amable; acercamos unas sillas y nos sentamos a su lado. Traté entonces de definir las ideas que ya había expuesto a mi anfitrión. Expliqué que la curación no es en esencia un proceso físico, sino un proceso mental. Como médicos, cuando observamos la curación de un hueso fracturado o la remisión de un tumor maligno, sólo nos paramos a analizar el mecanismo físico. Pero el mecanismo físico es unapantalla. Detrás, hay algo mucho más abstracto, una forma de sabiduría que no puede verse ni tocarse. Y, sin embargo, ese conocimiento, no me cabía la menor duda, es una fuerza poderosa que no hemos aprendido a controlar. Pese a nuestros esfuerzos por encarrilar debidamente el proceso de curación cuando falla, la medicina no sabe en qué consiste. La curación es un elemento vivo, complejo y...
Regístrate para leer el documento completo.